REBECA ALICIA AMBROCIO OCHOA
CONDUCTAS AGRESIVAS EN LOS NIÑOS COMO TRATAR CON ELLAS
Una de las grandes dificultades de los padres es saber cómo tratar la conducta agresiva de sus hijos ya que, a menudo, nos enfrentamos a la desobediencia y a la rebeldía de los hijos. La agresividad es un trastorno que, en exceso, y si no se trata en la infancia, probablemente originará problemas en el futuro, y se plasmará en forma de fracaso escolar falta de capacidad de socialización y dificultades de adaptación
¿Qué entendemos por agresividad en los niños?

Cuando se habla de agresividad, se está hablando de hacer daño, físico o psíquico, a una otra persona. De una acción intencionada manifestada a través de patadas, arañazos, gritos, empujones, palabrotas, mordidas, tirones del pelo... a otra persona. Este comportamiento es relativamente común y, a menudo, aparece cuando el niño cumple un año.
Cuando el bebé nace, trae impulsos amorosos y agresivos que, con el tiempo y con el cuidado de los padres, empezará a distinguir y diferenciar. Dependiendo del establecimiento de sus vínculos afectivos empezará a desarrollar un tipo de relaciones personales u otras. Este es un concepto muy importante y con gran repercusión en la vida del niño. Su personalidad se construirá a partir de su conocimiento del mundo a su alrededor. Para eso, es necesario que el bebé se sienta protegido y cuidado en su entorno familiar.
La influencia de la familia en la conducta del niño
La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del niño. La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de disciplina de conducta y de comportamiento. Es uno de los factores que más influyen en la construcción de la conducta agresiva.
Está demostrado que el tipo de disciplina que una familia aplica al niño, será el responsable por su conducta agresiva. Un padre poco exigente, por ejemplo, y que tenga actitudes hostiles, y que está siempre desaprobando y castigando con agresión física o amenazante constantemente a su hijo, estará fomentando la agresividad en el niño.
Otro factor que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus padres es tensa y continuada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se viva como la presencia de expresiones que fomenten la agresividad, como 'no seas un cobarde'.
Los factores orgánicos de tipo hormonal, los problemas cerebrales, los estados de mala nutrición y los problemas de salud, entre otros, también influyen en el comportamiento agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no tiene estrategias verbales para afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente conducido a la agresión.
Estrategias básicas que debe usar un profesor para mejorar la conducta de un alumno
Hemos hablado muchas veces de la importancia que tiene un docente en el aula en general, siempre. Pero cuando hablamos del TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) su papel se vuelve mucho más relevante. Es indiscutible que para que un docente pueda mejorar la conducta de un alumno con TDAH en el aula es preciso, primero, que conozcan el trastorno, para tener toda la información relativa a lo que se van a encontrar en el aula, y segundo, que sepan que estrategias y recursos tienen a su alcance para poder modificar la conducta del alumno.
Son muy numerosas, variadas y flexibles las pautas y estrategias que podemos seguir en el aula con los niños con TDAH, y por ello, conocer qué tipo de percepción tienen ellos, como se comportan o como reaccionan ante determinadas circunstancias nos será de mucha ayuda para aplicar la metodología más adecuada en cada caso.

Mantener un ambiente estructurado, con rutinas, organizado y motivador. Esto es prioritario para aumentar la seguridad del alumno en el aula. Con ello, vamos a conseguir que el alumno sepa que tiene que hacer en cada momento, por ejemplo con horarios de clases y calendarios de actividades a la vista, nos aseguraremos de que el alumno `no se pierde` o al menos tiene un lugar al que acudir cuando sienta que no sabe lo que le toca después. Es importante que sepamos que la inseguridad respecto al futuro les afecta mucho, por lo que anticiparlas visualmente lo que ocurrirá a continuación aumentará su seguridad y confianza, por lo que podrá actuar de una manera mucho más relajada, dentro de lo que cabe.
Mostrar una actitud tolerante, flexible y paciente. Para afrontar adecuadamente las situaciones que se produzcan en el aula va a ser imprescindible que separemos al niño del acto que ha llevado a cabo. Decimos esto porque en muchas ocasiones, las acciones que realiza no son adrede, sino que simplemente no puede controlarlas (debido a la impulsividad principalmente y a la falta de reflexión).
En relación al comportamiento que tiene y sus consecuencias, ellos no son conscientes de ellas. Por ello, como profesionales que trabajan directamente con ellos, debemos enseñarles a reflexionar, proporcionarles pautas correctas y adecuadas, hacerles ver los fallos que tienen en su comportamiento y pedirle reflexión y feedback sobre él, para que poco a poco sea capaz de realizar una observación de sí mismo y autoevaluarse, aprendiendo a reflexionar sobre su propia conducta, el método de ejecución que ha llevado a cabo y las consecuencias que ha presentado dicho hecho.
Emplear el refuerzo positivo nos ayudará a aumentar poco a poco las conductas que deseamos mantener y eliminar las que resultan disruptivas. Esto, evidentemente, es algo que se puede trabajar también de manera grupal. Pongamos el caso de que tenemos un alumno en el aula con TDAH, que de manera habitual emplea algunos comportamientos disruptivos en el aula con el fin de llamar la atención de sus compañeros. Si estos son capaces de ignorar dicho comportamiento, el niño no recibirá el feedback que busca, por lo que es probable que poco a poco vaya disminuyendo dicho comportamiento hasta su total extinción.
Estas son solo algunas pautas que podemos emplear, pero lo más importante es conocer a nuestro alumno, separar las conductas a mantener de las que deseamos eliminar y plantearnos un proyecto para llevarlo a cabo.
Fundación CADAH (2012).
BIBLIOGRAFÍA
Vaello Orts, J. (2011). Cómo dar clase a los que no quieren. Barcelona. Editorial Grao.
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